Lo importante para mí es conectarme con todos los sentidos, atento a lo que la naturaleza va entregando. Sentir, observar, oler, escuchar, todo lo que va pasando alrededor. No tiene sentido recorrer estos lugares con la idea de llegar rápidamente a alguna parte, hacer la foto y volver. 

En ese caso la salida misma pierde valor y nos convertimos en simples testigos, sin otorgarnos la posibilidad real de experimentar la naturaleza.

Por eso no me extraña cuando vemos los senderos con basura o grupos de gente que va gritando y riendo en voz alta, sin ninguna consciencia que estamos entrando en un territorio que no nos pertenece, en el que ni siquiera se nos ha invitado y cualquier intervención que hacemos puede perjudicar algún ecosistema.

Me llamó la atención un grupo familiar, que mientras yo hacía fotos a los carpinteros, pasaron por el lado riendo y gritando. Se tomaron la foto con los alerces como si fuera una estatua en una plaza. Mientras tenían a los carpinteros a un par de metros sobre sus cabezas picoteando.

Ni siquiera se percataron de que estaban sobre ellos o simplemente quizás ni les interesó. Y esto no se trata de limitar el acceso a la naturaleza a un grupo privilegiado, por supuesto que todos y todas tenemos derecho a visitarla, y ojalá que lo hiciéramos más seguido. Pero mientras no vivamos la naturaleza con todos los sentidos, no vamos a lograr conectarnos con ella de la forma que merece.